jueves, 6 de agosto de 2009

Fútbol quebrado: No es el sistema, es la ley

Presencié la semana pasada una de las charlas del Congreso Internacional de Fútbol que se realizó en Córdoba y una interesante polémica tuvo lugar destacado: ¿Las sociedades anónimas pueden ser la solución para nuestro fútbol?

La estrella principal del congreso fue Andrés Farsi, un cordobés radicado en México desde hace varios años y uno de los principales directivos de la empresa que compró el Club Pachuca y lo llevó al éxito deportivo e institucional.

Pachuca es una exitosa y ejemplar experiencia que excede lo futbolístico. Logró importantes triunfos deportivos como nunca en su historia, pero lo singular es el crecimiento institucional que pone al fútbol como eje central. La Universidad del Fútbol, la Escuela Nacional de Directores Técnicos, la Clínica de Medicina Deportiva, más de 300 escuelas de fútbol, son algunos ejemplos que muestras el éxito de Pachuca.

Cuando le tocó hablar, Fassi no dudó en proponer que el fútbol argentino de un giro en el plano normativo y pase de las organizaciones sociales a sociedades anónimas. “Los casos como Lanas o Atlético Tucumán -instituciones presentes en el congreso- son excepciones en la Argentina. La realidad muestra que la mayoría de las instituciones están quebradas”, dijo el directivo de Pachuca y sugirió que la solución puede venir de la mano de las sociedades anónimas, porque en ese caso no se trata de dirigentes sino de personas que responden con su bolsillo.

“En México todos los equipos son empresas y cuando empieza cada temporada ninguno debe nada. Y no estamos hablando de un país que tenga una realidad social y económica diferente a la Argentina”, resaltó Fassi.

A su turno, el presidente de Lanús, Alejandro Marón, tomó una posición contraria a la de Fassi y resaltó la importancia de las instituciones sociales. “En Lanús tenemos más de 30 disciplinas deportivas y las podemos sostenes con un gran esfuerzo pero con la idea firme de que son actividades que contribuyen al deporte y a la sociedad. Si fuera una empresa, sería inviable sostener una actividad no rentable, como lo son muchas de las que tenemos”.

En este sentido, aseguró que ningún sistema es perfecto per se. “Son las personas que los llevan adelante los que hacen buenos o malos a los sistemas”.

Ambos tienen razón. Los clubes estás casi todos fundidos y si no fuera porque siempre surge una mano mágica que los salva, muchos deberías haber dejado de existir hace tiempo. Por eso el fútbol argentino permanece en un estado permanente de agonía. El formato de organizaciones sociales sin fines de lucro, en términos generales, fracasó y fracasa. Tiene razón Fassi.

Los casos de Lanús, Estudiantes de La Plata o Vélez, muestran igualmente que hay un camino posible, si se recorre con responsabilidad y compromiso. También tiene razón Marón, ya que no sólo lo piensa sino que lo lleva adelante en la institución que preside.

Pero ambos caminos se juntan en un punto. Si una institución con o sin fines de lucro delega todas sus facultades a un dirigente o a un empresario, estará totalmente entregada a las capacidades (intelectuales, éticas y morales) o incapacidades de las personas que ocupen los cargos directivo.

Entonces el concepto de Marón, “ningún sistema es bueno per se”, es la lectura correcta. No se puede delegar a la suerte de una persona el futuro de una institución, es el marco jurídico es el que debe ponerle límites a los dirigentes o empresarios. No es el sistema, es la ley.