lunes, 17 de mayo de 2010

La servilleta

Dicen que en La Paternal hay un bar donde se juntan todos los locos, vagos y bohemios del barrio. Se la pasan escribiendo versos en servilletas, esperando que pase alguna de las buenas mozas de la zona.

En los 42 años que tiene el bar, solamente se recuerda una sonrisa que el petiso Galván le arrancó a Margarita, la hija de un abogado. Fue un mayo de 1973.

Todos estos locos, sólo dejan de escribir cuando duermen y los domingos para ver al “Bicho”.

Al hablar de Argentinos Juniors, se les infla el pecho. Sólo unos locos pueden inventar a Maradona, Borghi, Redondo y Riquelme, por nombras un puñado de sus mayores representantes.

Sólo unos locos pueden hacer el partido que hicieron los Yudica Boys a la Juventus de Platiní. Esos que ganando la final de la Intercontinental por 2 a 1 a diez minutos del final, seguían tocando para adelante, buscando otro pase a la red. La historia dice que perdieron, sin embargo, esos delirantes, llevaron adelante una de las proezas futbolísticas más grandes de la historia.

En el bar de La Paternal, se les llenan de lágrimas los ojos al recordar ese equipo, esa final.

Desde hace un año, más o menos, los locos de La Paternal están contentos. Recuperaron a uno de los delirantes más geniales, que ellos mismos modelaron. Ese capaz de meter un pase de rabona de 40 metros.

Con el “Bichi” Borgui, esta vez en el banco, los locos de La Paternal volvieron a codearse con la gloria. Y cómo no podía ser de otra manera, el equipo es una locura. El nueve es un tipo que está por cumplir 40 años y hace seis meses estaba retirado. Su número cinco es un gordito que nunca podría ser deportista, pero, por esas cosas locas que tiene el fútbol y este equipo de locos, es el mejor de todos.

El gordito es Néstor Ortigoza. Dicen que anoche, después de la vuelta olímpica se duchó rápido y se fue al bar. Un viejo parroquiano que vino del sur, el Gato Díaz, lo vio escribir unos versos para Anita, una flaca alta, rubia y elegante, que anoche le aceptó la servilleta.