lunes, 23 de marzo de 2009

Treinta y tres

Cuando en unas semanas se celebren las pascuas, se rendirá tributo a Jesucristo, que a sus 33 años cumplió su epopeya más recordada: morir y resucitar.

El mismo número de años, 33, cumple la fecha más triste, trágica y horrorosa de la Argentina: el golpe de estado de 1976, el último golpe militar.

Durante estos años que transcurrieron a la toma de poder de la Junta Militar, pasó de todo y la pregunta es: ¿aprendimos? ¿Cuánto?

Seguramente aprendimos mucho. Es dura la construcción democrática y por estos días, la maduración cívica nos pone de frente a un nuevo desafío.

Desde el voto no positivo de Cobos, el gobierno de Cristina está débil, aunque no haya pasado ni siquiera la mitad de su mandato. Y esa debilidad está instalada en los medios, en las charlas de café, en plenarios. Llegando hasta el extremo de estar instalada inclusive en el mismo gobierno.

“Andate Cristina”, dicen algunos carteles en cada protesta agraria. “Yo quiero que se vaya”, me dijo un familiar hace unos días.

Algunos referentes del periodismo aseguran que apenas perdida la batalla en el Congreso por la 125, Néstor le dijo a su mujer que “haga las hurras” y deje la Presidencia que el voto legítimo le legó.

Una democracia otorga derechos, pero también deberes. Eso es el civismo.

Creer que las cosas que están mal se solucionarán volteando a Cristina, es una locura. Tengo la certeza de que si eso pasa, lo que vendrá será peor y llevará mucho tiempo recomponer lo logrado hasta ahora por la joven democracia argentina.

Inclusive en un gobierno como el actual, que tiene una vocación antidemocrática impactante. Que cree que puede borrar con el codo cuanta ley se le ponga en el camino.

Inclusive aún, a ese gobierno con actitud antidemocrática hay que enfrentarlo con más civismo, cumpliendo los deberes cívicos, respetando las instituciones.

El año pasado, una inmensa mayoría descubrió que un senador y un diputado vota para aprobar o no leyes. De pronto supo la trascendencia que tiene una elección legislativa.

A su vez, muchos legisladores tuvieron que representar a sus pueblos, por más que eso los llevó a traicionar pactos políticos. Fue muy trascendente, los senadores del interior se vieron ante la encrucijada de defender los intereses de quienes los votaron o seguir el mandato partidario.

Hace unos días, también supimos que si el Congreso no está equilibrado, la mayoría puede decidir que se discuta o no una ley. Así fue el frustrado intento de llevar la discusión sobre las retenciones al parlamento, donde el oficialismo no permitió el quórum necesario para tratar el tema.

La democracia nos está poniendo a prueba, nos está dando pistas. Para crecer como ciudadanos debemos estar más informados, conocer más, estudiar y sobretodo respetar la ley.

Si hubiésemos estado más informados, seguramente el juego de las dos campanas que implementó el kirchnerismo en cada provincia, acompañando simultáneamente al oficialismo y a la oposición local, se podría haber evitado, descubriendo la real oposición. Sino que le pregunten qué sintieron los votantes de Lavagna cuando a menos de tres meses de la elección nacional de 2007 volvió a pactar con Kirchner.

Mañana es 24 de marzo. Hace 33 años, una junta militar volteaba al peor gobierno democrático, conformando el más horroroso gobierno de facto. El remedio fue mucho peor que la enfermedad. Hoy, la democracia argentina en crecimiento nos pide más participación, más información, más responsabilidad.

Esta nota no la podría haber escrito hace 33 años, por tres motivos: no había nacido, los blogs ni Internet existían y, principalmente, no se podía expresar libremente, no había democracia.
A 33 años del golpe más horroroso, cuidemos la democracia.

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