miércoles, 1 de abril de 2009

Grandeza en perspectiva histórica


Desde hace un día tengo en mi mente la página en blanco. Llueven ideas para llenarla. Contengo el impulso. Murió Alfonsín, no es menor.

Confieso que la primera impresión que me viene del ex presidente son sus últimas decisiones, por ende, una imagen lejos de la grandeza de principios de los ochenta.

Al enterarme de la muerte, tuve el impulso de cuestionar su investidura con el Pacto de Olivos y el acuerdo con Duhalde en 2002 para reguardar la vieja política. Pero no, me contuve, me di cuenta que era un impulso. Debía analizar su grandeza en perspectiva.

¡La puta, este tipo fue grande! Quizás por eso le achaque aún más sus errores. A los mejores, siempre se les exige más, pasa en todos los ámbitos.

Raúl Alfonsín fue el dirigente más influyente de la Argentina desde 1983 hasta ayer. No tengo dudas de eso. Sus decisiones, muchas para el aplauso y otras para todo lo contrario, influyeron en nuestras vidas como la de ninguno de los otros dirigentes.

Vuelvo a la perspectiva histórica. Si mido su grandeza por pactar con Menem, sería injusto, aunque no puedo dejar de recordarlo. En cambio, y creo que es correcto, prefiero medirlo en su momento cúlmine: 1983 – 1985. Dos años en los que cambió la historia de los 50 precedentes en el país.

Hasta su asunción, había argentinos secuestrados, torturados, asesinados. Un año antes, un grupo de militares delirantes llevaron al país a una guerra absurda, con soldados de 18 años. La política económica de Martínez de Hoz ya hacía un par de años que se partió. Llegó a un país quebrado en todo sentido y en él se monto la mayor esperanza cívica que se conoce por estas tierras.

Un dato, nunca en la Argentina hubo tantos afiliados a partidos políticos como en los primeros años de Alfonsín. Nunca hubo, antes ni después, tanta participación.

Encabezar el proceso de consolidación democrática fue su mayor obra, con el Juicio a las Juntas como pico máximo. Lo opacaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. A la distancia, creo que no se animó a profundizar el proceso de justicia del peor período de la Argentina, el que lo precedió. Llegó hasta ahí y no fue poco.

Hacia el final de su Presidencia, el país ya era otro y la Hiper lo sacó del juego unos meses antes. Ya no era su juego.

Tengo en claro que Alfonsín pactó con todos: Carapintadas (Felices Pascuas), Menem (Pacto de Olivos) y Duhalde en 2002. De allí que lo considere el personaje más influyente de los últimos 25 años de la política Argentina. Pero quedarme en esto sería injusto. No puedo obviar que nací con Videla y fue justamente Alfonsín quien encabezó el proceso para que Nunca Más una dictadura nos quite la democracia, nos quite la libertad.

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